En junio, con la primera oleada de averías e incidencias en el transporte ferroviario, un maquinista profetizó a HOY: «El verano va a ser tremendo. Llegarán más problemas porque tiene que pasar». Y ha pasado. Ahora, en uno de los periodos del año, mitad de agosto, con más movimiento de personas. Los expertos consultados por este periódico tienen claro el diagnóstico, el por qué ha vuelto a ocurrir. La ausencia de un mantenimiento continuado de los trenes, el estado de las vías o el hecho de que circulen convoyes con cierta edad y muchos kilómetros a sus espaldas forman una tormenta perfecta para explicar esta realidad.
«El tren convencional se muere y la alta velocidad no llega. Estamos acabados», remarca Ángel Caballero, ferroviario con 42 años y medio de experiencia y que ahora lucha por este medio de transporte a través de la Asociación Extremeña Amigos del Ferrocarril. «Estamos hartos. No hay suficientes trenes para que se hagan revisiones periódicas a fondo. Ni personal para los arreglos. La metáfora de cómo está el tren es el taller en ruinas que se encuentra en Badajoz», añade Miguel Fuentes, con 35 años de trabajo en el sector y portavoz de CC OO en la materia.
Caballero y Fuentes son pesimistas respecto al futuro del tren («no hay voluntad política, te mienten y encima algunos de aquí los aplauden», critica el primero), pero valoran que la movilización ha aparecido por fin en Extremadura. «En algo hemos avanzado. No sé hasta dónde llegará. Estuve trabajando en Villaverde Bajo, cerca de Fuenlabrada, y gracias a…