Ya he puesto de manifiesto que el Corredor Mediterráneo es un concepto y una realidad que viene de largo y que va más allá de una infraestructura concreta de transportes o de una nominación específica de planes de infraestructuras. Cuando en el año 2004 la UE aprobó la primera red europea de transportes con 22 ejes prioritarios, no contempló entre ellos al Corredor Mediterráneo, e inmediatamente desde Cataluña se promovió y financió el lobby FERRMED para incluirlo en la red básica. Tras años de trabajo, con amplios presupuestos y buscando la complicidad de otras regiones europeas, lo consiguió en el año 2011. Esta organización reivindicativa de carácter oficial se ha complementado con las actuaciones de la  Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) que lleva trabajando en esta línea también desde 1983, y con gran intensidad desde hace varios años en complicidad con una extensa red de organizaciones empresariales e instituciones del eje mediterráneo, y con financiación principalmente privada.

Desde  universidades,  instituciones públicas y la sociedad civil del arco mediterráneo se ha desarrollado una gran complicidad y sensibilidad para reivindicar las infraestructuras de transportes pero teniendo muy presente que el Corredor Mediterráneo es mucho más que unas infraestructuras concretas. En palabras del geógrafo Josep Vicent Boira, el principal ideólogo en la actualidad del Corredor  Mediterráneo y comisionado por el Gobierno  para impulsarlo: “Para mí es un vector, una flecha, una dinámica y eso se tiene que tener en cuenta porque supera lo que es la idea tradicional de una obra pública que no necesitaría a un coordinador”,  “No se finalizará nunca, cada paso que  avanza permite definir nuevos horizontes”, “yo dedico casi la mitad del tiempo en esta oficina a hacer pedagogía, a reunirme con empresas, con ayuntamientos, con ejecutivos autonómicos, para proponer debates que ayuden a entender el corredor mediterráneo y todo lo que supone”.

En el Sudoeste Ibérico estamos muy lejos de la realidad del Corredor Mediterráneo, pero es un buen modelo en el que basarnos. Ver solo el Corredor Sudoeste Ibérico como una infraestructura del Corredor Atlántico es tener la vista muy corta.  El Corredor Sudoeste Ibérico debe aspirar a ser una dinámica de flujos más que un medio de transporte de un territorio. El Sudoeste Ibérico también puede ser un eje de desarrollo, pero necesitamos primero visualizarlo y empeñarnos en ello. Seguiremos avanzando en el concepto.

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