Javier García nunca lo había tenido tan difícil para volver a casa. Desde que se instaló en Lisboa hace poco menos de dos años y hasta el inicio de la pandemia, este joven salmantino se beneficiaba del recorrido de los históricos trenes-hotel Lusitania y Surexpresso para pasar el fin de semana con la familia. Pero eso ya es historia. Con la llegada del covid-19, Renfe decidió suspender de forma indefinida el servicio de ambos trenes, que unían la capital lusa con Madrid y con la frontera francesa a través de Salamanca.
La suspensión de la única conexión ferroviaria que une las dos capitales ibéricas trastocó los planes de García, que realizaba el trayecto en algo más de siete horas. «El tren me permitía pasar el fin de semana en Salamanca. Salía el viernes por la noche, llegaba a primera hora de la mañana del sábado y el domingo por la noche cogía de nuevo el tren y llegaba a Lisboa el lunes por la mañana», asegura. El periplo que tiene que hacer ahora para llegar a su casa le ha obligado a quedarse en Lisboa más tiempo del que le gustaría. «Si la línea estuviera activa hubiera ido alguna vez más, pero en esta situación se pasan las ganas».Renfe descartó a finales de mayo restablecer el servicio a corto plazo por su escasa rentabilidad -con un volumen de casi 150.000 pasajeros y pérdidas de cerca de cinco millones de euros en el 2019-, a pesar de las críticas de organizaciones ecologistas y de representantes de las regiones fronterizas. Desde la compañía española aseguran a EL PERIÓDICO que están pendientes de la evolución de la pandemia para valorar la situación conjuntamente con la contraparte portuguesa, Comboios de Portugal (CP), aunque el ministro portugués de Infraestructuras, Pedro Nuno Santos, aseguró que Renfe «no ha mostrado interés hasta el momento» para retomar el servicio.Pero en el lado portugués la situación no es mucho más esperanzadora. La propia ministra portuguesa de Cohesión Territorial, Ana Abrunhosa, afirmó en una entrevista a la agencia Efe que las personas que quieran viajar de Lisboa a Madrid «ya tienen un medio rápido» para hacerlo, en referencia al avión. Unas declaraciones que realizó en vísperas de la cumbre hispano-lusa de Guarda, a mediados de octubre, y de la que salió la voluntad de reforzar los lazos territoriales, económicos y culturales a ambos lados de la frontera -con especial énfasis en las energías verdes y la sostenibilidad-.
La eterna promesa de la alta velocidad
Actualmente hay dos líneas ferroviarias que cruzan la frontera entre España y Portugal: las que unen Entroncamento con Badajoz, en Extremadura, y Oporto con Vigo, en Galicia. Las dos regiones españolas llevan años reclamando una mejora de las infraestructuras en la frontera a través del eje Atlántico y el corredor Sudoeste. La apuesta por la alta velocidad supondría un impulso para sus economías, aunque por ahora no ha recibido una respuesta firme por parte de los gobiernos de ambos países, más allá de las buenas intenciones.«Se trata de un tema presupuestario y de voluntad», asegura el promotor y portavoz de la plataforma Sudoeste Ibérico en Red, Antonio García Salas. «En estos momentos las conexiones están peor que hace 10 años, hemos pasado de una frecuencia de tres viajes diarios desde Entroncamento a solamente uno». Para Salas, la única forma de potenciar la economía de la zona en sectores clave como la alimentación o el turismo pasa por mejorar las comunicaciones entre el puerto de Sines, en Portugal, y el resto de la península y Europa. «Ahora mismo somos la periferia de la periferia«, lamenta.
La batalla en las autopistas
Los habitantes de las zonas fronterizas llevan años luchando por la reposición de las antiguas SCUT, autopistas portuguesas de gestión privada cuyos peajes corrían a cuenta del Estado. Con la llegada de la crisis económica del 2008, el pago de los peajes pasó a los usuarios, quienes denunciaron un trato desfavorable para estas regiones y advirtieron del impacto económico que supondría en las conexiones con España, ya que tres de estas autopistas llegan hasta la frontera. «Muchas pequeñas empresas dejaron de transportar sus mercancías a ambos lados de la frontera porque no era rentable», explica José Gameiro, presidente de la Asociación Empresarial de Beira Baixa.El Gobierno portugués ha incluido en los Presupuestos del 2021 descuentos para los usuarios habituales de estas autopistas y una ampliación de los ya existentes en el transporte de mercancías, pero los representantes de las asociaciones locales consideran que son insuficientes e insisten en la eliminación total de los peajes a cargo de los usuarios. «Las líneas fronterizas son zonas de desarrollo en toda Europa, pero aquí no es así», asegura Gameiro, quien urge a los gobiernos a que aumenten sus esfuerzos para evitar la despoblación en la región. «Nosotros hemos decidido quedarnos y no queremos arrepentirnos».